1.
Durante algún tiempo toqué el bajo en un grupo de rock… originalmente me encargaba de la batería, pero la incorporación de un amigo me llevó a pulsar las cuatro cuerdas con la promesa del guitarrista de enseñarme a tocarlo… también me encargaba de escribir las letras, lo que hacía que el tecladista se refiriera a mí como “el Peter Sinfield mexicano”…
Como le ha sucedido a millones de personas nuestro grupo no pasó a mayores debido, entre otras cosas, a que ser letrista despertó en mí el gusto por la literatura y ello me hizo plantearme ser escritor… y si a eso agregamos los conflictos internos por las diferentes tendencias musicales que cada uno queríamos imponer, finalmente la banda se desintegró…
Por cuestiones del destino, ya desarrollando mi carrera literaria, regresaría al rock como crítico musical, publicando en periódicos, revistas (y ocasionalmente participando en la radio), sobre las propuestas que durante algunos años florecían con cierta autenticidad en la capital del país… pero escribir sobre música me llevó también a establecer muchas amistades y a ver de cerca los excesos en que incurre todo grupo de rock, lo que me permitió ser parte de las dos caras de la moneda: ya fuera como público disfrutando de bandas como “Los Bombatomix”*o testimoniando las irreales historias que se dice suceden dentro de los camerinos, antes o después de un concierto…
2.
Las inconfesables anécdotas que suelen darse tras bambalinas varían por país: obviamente no es lo mismo lo que ha sucedido en el privado de un Kiss, Bon Jovi, Justin Bieber, Lady Gaga o Beyonce de este lado del atlántico, que con David Bowie, Marc Bolan, Led Zeppelin, Coldplay, The Vaccines y One Direction, así como lo que acontezca en Argentina, Colombia, Chile o mexiquito con todos los ingenuos aspirantes a “rock stars” que terminan muriendo por inanición en el intento…
Pero quizá lo interesante no sea cómo se divierten los que pueden**, sino qué sucede con el paso de los años en la vida de esos músicos*** que durante alguna parte de la vida nos acompañaron con sus canciones en nuestros más variados estados de ánimo: por ejemplo, los norteamericanos suelen pasar sus últimos días, dando pena ajena, recluidos en el Betty Ford Center; mientras que los ingleses optan por la tranquilidad, el cultivo de flores y la crianza de animales en sus mansiones, con ocasional pero rigurosa supervisión médica…
3.
Hay un punto intermedio en aquello de las vergüenzas ajenas, y de eso trata la película inglesa “Still crazy” (traducida en mexiquito como “Aún locos”), dirigida en 1998 por el también británico Brian Gibson, la cual retrata la vida de una banda de hard rock de los años 70s, llamada “Strange Fruit” (al estilo de Deep Purple y Blue Oyster Cult), quienes convencidos por un promotor se reunen y tratan de dar una gira por Europa, a manera de regreso, antes de hacer una presentación estelar en un multitudinario festival a lado de los legendarios Status Quo…
4.
El film se divide atinadamente en tres partes: la primera de ellas retrata el intento de reagrupación de la banda a través del tecladista (todos los integrantes están dispersos y llevan una vida aburrida y alejada del rock), sobreviviendo ante los palpables post-excesos… la segunda es un ajuste de cuentas entre ellos, reconciliación que conlleva tocar de nuevo aquellas fibras que les llevaron a separarse… la tercera, esa depara una sorpresa…
5.
Un regreso a los excesos?, no: los abusos de todo aquello que un músico de rock pudiera ingerir a través de diversas partes de su cuerpo (u orificios, diría mi amiga T), quedaron atrás, al igual que los ingenuos discursos subversivos y la inocente creencia de que la mejor arma para cambiar al mundo, es una guitarra eléctrica en la mano (diría sarcásticamente Cheech Marin en la hilarante película "Born in East L.A.")…
Por ello es que son memorables las escenas en donde se ve al bajista tomando un antiácido, al cantante recibiendo terapia anti-estrés y al baterista huyendo de una mujer a quien confunde como “recaudadora de impuestos”… o peor: la indiferencia que provoca su música ante una audiencia conformada por jóvenes acostumbrados a otro tipo de ritmos y comportamiento en el escenario…
Sin embargo, la película va más allá del retrato mordaz de “unos madurones” que aparentemente no han encontrado un (su) lugar en la sociedad después de la desintegración de la banda… tampoco es la intención mostrar, en la decadencia, a un puñado de artistas que creyeron iban a alcanzar el éxito millonario y no lo consiguieron…
En realidad es una alegoría sobre revelación de que todo ser humano no debe olvidar que para seguir adelante se deben ajustar cuentas con el pasado, por más escabroso que sea… por ello destaca, entre otras cosas, la confrontación generacional en el que ambas partes, jóvenes y viejos, a ciencia cierta no saben lo que es “la sabiduría” y vive cada bando aferrados a sus ideales… pero la película también toca el tema del perdón: ése algo que la humanidad tiende a dejar siempre en el olvido…
6.
Son muchos aspectos los que se podrían destacar, pero bien vale la pena detenerse un poco en una pequeña subtrama que es el motor último del film: la introspección…
Es de reconocerse la capacidad del director para definir la naturaleza de cada uno de los protagonistas (virtud que ya había demostrado en la dirección de otras películas como “The Billion Dollar Bubble”, “Poltergeist II: The Other Side” y “What's Love Got to Do with It”), tanto de los personajes principales como los secundarios, hundidos en el caos y la confusión…
Brian Gibson hace del personaje Brian Lovell (un guitarrista elevado a nivel de mito), el más elaborado, pese a su corta aparición, al ser el único que se atrevió a dejarlo todo (incluyendo el amor), para buscarse a sí mismo, en una auto-vivisección de su alma, que irónicamente necesita del regreso al pasado para aceptar su destino: seguir siendo músico…
Dialéctica pura…
7.
El film es protagonizado por Juliet Aubrey, Stephen Rea, Billy Connolly, Jimmy Nail, Helena Bergström, Timothy Spall y Bill Nighy; actores que cuentan ya con un renombre por su participación en diversas películas europeas y algunas norteamericanas, sin embargo, y dado que el film se centra principalmente en las relaciones humanas (nada de tiros, explosiones y truculentos complots al estilo yanqui), da la impresión de que participaron más que nada en una iniciativa de cine independiente, cuidada a detalle con inteligentes diálogos, situaciónes cómicas y manufactura impecable…
“Still crazy” esta basado en un guión escrito por Ian La Frenais y Dick Clement… obtuvo críticas favorables, fue nominada al prestigiado premio “Globo de Oro” en la categoría de mejor película de cómico-musical y obtuvo varios premios en el Reino Unido, sin embargo, no tuvo mucha repercusión en la cartelera internacional frente a ambigüedades como “Historia americana X”, los chantajes lacrimosos como “Salvando al soldado Ryan”, los falsos dramas como “El violín rojo”, el romance cursi de “Ciudad de ángeles”, la incrédula “Loco por Mary”, el maniqueísmo de “El show de Truman” y la incoherente “¿Conoces a Joe Black?”…
Como consuelo “Still crazy” tuvo un fuerte reconocimiento en las listas independientes de grandes films mundiales del año 1998 (todo lo que es ajeno a la basura de Hollywood), al lado de interesantes propuestas como “Corre Lola corre”, “Barrio”, “El gran Lebowski” y la aún creíble (antes de convertirse en una predecible saga) “Criaturas salvajes”…
8.
Mención especial merece el soundtrack, el cual consta de 14 temas de hard rock y en el que destaca "The flame still burns", excelente canción que con una duración de casi 8 minutos, es interpretada por el grupo en el momento más emotivo y revelador de la trama: fue nominada al premio de los “Globos de Oro” en la categoría de mejor composición original para una película…
En este sentido se debe destacar que gran parte del peso de la música recae en Jimmy Nail, quien aparte de interpretar al irascible y conflictivo bajista de “Strange Fruit”, es un destacado músico de sesión británico en la vida real…
9.
“Still crazy” es una radiografía sobre lo que significó vivir en el ambiente del hard rock de los 70s, junto con las consecuencias de sus excesos… como ya se mencionó en ningún momento versa sobre una penosa decadencia, sino por el contrario: es una mirada amable (con atinados desplantes cómicos insertados en un ingenioso argumento), al doloroso transcurrir de la juventud a la madurez que avisa sobre la ya no tan lejana vejez (como cuando se pasa de la niñez a la adolescencia)…
Irónicamente, ésta fue la última película del director Brian Gibson (quien venía de dirigir el exitoso film “La jurado”: un thriller protagonizado por Demi Moore y Alec Baldwin), ya que resulta incomprensible que tras plasmar una visión tan complaciente y optimista sobre la vida, el director se haya hundido en el silencio hasta su muerte, a los 59 años, ocurrida en el año 2004, a causa del cáncer…
“Still crazy” es una película altamente recomendable, y si alguien se interesa por el tema, se sugiere ver otro gran film, a manera de antecedente, de lo que es “tratar” de alcanzar el éxito por medio de la música: “The commitments”, de Alan Parker (director, entre otras, de "El expreso de medianoche" y "Pink Floyd, The Wall"), y que retrata atinadamente la historia de un puñado de jóvenes irlandeses que deciden crear un grupo de soul…
* si bien nunca grabaron un disco, en lo personal me atrevo a definirlos como una de las mejores bandas de rock de toda la historia del planeta: verlos en concierto ha sido una de las experiencias que más me ha impactado en la vida, en todos los sentidos…
** la realidad de las cosas es que las “estrellas” se hacen millonarias a costa de los ingenuos, incautos e ignorantes, quienes con la compra de discos y asistencia a sus conciertos subsidian las excéntricas y ostentas vidas de aquellos que sólo venden fantasías con una ridícula canción…
*** partiendo del supuesto de que la escena del rock (y de gran parte de la música), siempre ha estado dominada por Inglaterra y estados unidos…
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