El de miguel ángel mancera espinosa (alias “el rey
chiquito”), no es un “triste final”, como se ha comentado en algunos medios
impresos.
No veo tristeza en la mirada ni en la sonrisa de un
político que dio la espalda a sus votantes, que traicionó el exitoso proyecto
de izquierda que durante años hizo de la ciudad de méxico un lugar sustentable,
que impulsó a los peores militantes del PRD, que privatizó la ciudad en todo lo
que tuvo a su alcance y que se alió con la derecha pensando que sería candidato
a la presidencia y terminó traicionándolo, tal como él lo hizo con millones de
mexicanos que creyeron en su proyecto político al elegirlo gobernante de la
ciudad más grande del planeta.
Hay más: contribuyó a la pobreza del país con aumentos
de impuestos y servicios, quitó a la ciudad el rango de “refugio” para todos
los perseguidos que se negaban a abandonar el país ante la violencia, propició
el desempleo y la inversión al complicar los trámites para el establecimiento
de cualquier negocio, limitó la circulación en vialidades y aumentó el tráfico vehicular
al construir los más ridículos obstáculos, eliminó programas de asistencia
social, dejó en el desamparo a los damnificados del terremoto del 19 de
septiembre de este año, criminalizó el uso de automóvil y solapó el incremento
de la delincuencia, el narcotráfico, los secuestros y la extorsión.
Por si fuera poco “el rey chiquito” deja el triste
recuerdo de ser solapar un cártel depredador e insaciable del que se convirtió
su auténtico líder: el cártel inmobiliario, el cual se apropió de la ciudad con
la intensión de inundarla de cemento y varilla pese a estar ubicada en una zona
sensible a los terremotos.
El periodista y columnista Enrique Galván
Ochoa, del periódico “La Jornada”, viene documentando desde hace años la
confabulaciones entre “el rey chiquito” y las grandes inmobiliarias para llenar
de edificios de departamentos, centros comerciales y torres de oficinas la
capital del país, poniendo en peligro el precario equilibrio ecológico y su
sustentabilidad.
Como cereza en el pastel (para él), y para
desgracia de quienes habitamos la ciudad de méxico, aún le queda un año más al
frente del gobierno, año en el que nos hará ver nuestra suerte por el odio que
siempre ha manifestado contra el ser humano… por ello seamos felices,
disfrutemos a carcajadas que “el rey chiquito” no será el candidato a la
presidencia que con lo que tanto soñó (candidato, porque presidente, ja, eso
nunca).
Justicia divina?
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