Creo que me estoy haciendo viejo: por
primera vez al terminar un libro que me ha provocado indignación, éste no ha sido
arrojado desde la sala hasta llegar al comedor y quedarse ahí durante días como
muestra de mi absoluto desprecio…
Por el contrario, la novela de Wendy Guerra
titulada “Negra”, que considero un gran error de la Editorial Anagrama, lo
único que me ha inspirado es que coloque el texto en uno de los asientos del
sillón donde estaba instalado al momento de terminarlo, mientras dije en voz
alta: “que mierda”… y es que creo que semejante panfleto anti-cubano no merece
ni siquiera la aplicación de la fórmula fuerza
= masa x aceleración para manifestar mi irritación…
Cualquier persona que deseé información
sobre la escritora Wendy Guerra, encontrará en internet lo siguiente: Nació en La Habana (Cuba) en 1970. Poeta,
diplomada en Dirección de Cine, Radio y Televisión en la Facultad de Medios
dela Comunicación del Instituto Superior de Arte(ISA), ha sido incluida en
diferentes antologías de literatura cubana dentro y fuera de la isla. Todos se
van (2006) I Premio Bruguera de Novela, otorgado por el novelista Eduardo
Mendoza en calidad de jurado único, ha sido traducida a varios idiomas, bla,
bla…
Más los verdaderos datos están incompletos si
no se toma en cuenta el siguiente complemento sobre su “carrera literaria”: escribe para el diario español El Mundo…
Para todo aquel que se precie de ser
seguidor de los suplementos culturales publicados en castellano, no es novedad
que los diarios españoles El Mundo y El País llevan años dirigiendo una
obsesiva campaña para desprestigiar a todos aquellos países latinoamericanos
cuya ideología se opone al imperialismo pro-yanki…
Empezando por Cuba y terminando por
Venezuela, El Mundo y El País han invertido miles de euros en
campañas difamatorias, han copado y financiado a escritores sin una pizca de
dignidad y autonomía ideológica y han gastado toneladas en tinta para publicar
en sus páginas millones de palabras contra aquellas naciones que luchan por
mantener su soberanía al tomar decisiones para definir su futuro como país, en
contra de la globalización, enarbolando el nacionalismo y la autonomía con
tintes de un dignificante socialismo…
El caso de Wendy Guerra es un ejemplo de
cómo los periódicos El Mundo y El País seducen a los disidentes, los
inflan para convertirlos en creíbles
escritores y les ofrecen falsa impunidad a través de tribunas en sus páginas
para hacer de un dudoso oficio literario, un cínico panfleto lleno de frases
comunes cargadas de odio y desprecio contra los gobiernos socialistas de
américa latina y contra su propia raza…
“Negra” es un texto vendido en el
suplemento “El cultural” del periódico El
Mundo, como una historia que versa
sobre la discriminación racial frente a la búsqueda de un lugar en el mundo…
Con motivo de su publicación en el citado
suplemento, en una amañada, obvia y anticubana entrevista, el “periodista”
Javier Yuste preguntó a Wendy Guerra sobre la protagonista principal del libro:
P.- ¿Ha conocido a
muchas mujeres como Nirvana del Risco en Cuba?
R.- A muchas, pero con
historias particulares, especiales, suyas. Yo también me siento Nirvana del
Risco, y eso me ocurre cuando viajo por el mundo y (portando un pasaporte
europeo) me registran y me señalan pensando que ese pasaporte no es legítimo.
Yo también soy Nina, mi personaje, porque en un país donde se me discrimina por lo que escribo, donde amordazan mi
voz, me siento como una esclava en el mundo literario, una esclava que no tiene
voz ni voto.
Y ya entrados en el tema de la crítica
hacia el gobierno socialista cubano, el entrevistador cuestiona:
P.- ¿Por qué no logró el socialismo
castrista la pretendida igualdad racial?
R.- Desde que yo tengo memoria, en
mi país, década tras décadas, se instauraron leyes para que negros y blancos
tuviéramos los mismos derechos y deberes. Leyes que, supuestamente, borrarían
ese prejuicio para siempre. Pero… ¿en qué fallaron esas leyes? En que solo se
instauraron masivamente, y el cambio en las sociedades no ocurre a nivel
colectivo, coral; un cambio tan sensible debe hacerse persona a persona. Los cubanos no somos un número, una meta, un
colectivo avanzando “sobre la plaza de la revolución en una foto en blanco y
negro”.
Quizá para algunos las citas anteriores suenen coherentes, pero si
analizamos el contexto socio-histórico en el que se ha desenvuelto la vida de Wendy, sus palabras
de entrada carecen de credibilidad cuando en su novela trata de abordar el tema
del racismo contra los negros cubanos (dentro y fuera de Cuba), cuando ella es
una cubana blanca sin asomo de rasgos físicos mulatos… y este asunto es
importante pues cómo escribir sobre algo que la autora nunca ha padecido?
El que Editorial Anagrama nos venda en la
contraportada del libro la historia de la protagonista como “la primera heroína negra cubana que se
muestra desnuda, abierta y descarnada ante lo que por prejuicios muchos
esconden: la bisexualidad, el racismo, la política, el miedo y la cercana
intimidad con el enemigo”, habla de la gran mentira que nos ofrece la
escritora y la propia editorial…
No se trata de acumular descalificativos
contra la ideología política y apátrida de Wendy, a nivel literario tenemos que
“Negra” recopila los clásicos tremendismos existenciales del cine y la
literatura que exploraba la identidad sexual en la década de los años 70s del
siglo pasado, crudeza a la que irremediablemente sólo se le podía dar arreglo al
final con la dramática muerte del frustrada(o) buscador de su lugar en la
sociedad…
Así, “Negra” está llena de situaciones
comunes, escenas incompletas que tratan de sonar escandalosas ante el cinismo
sexual de su protagonista, existencia cotidiana que sirve de pretexto para
incluir panfletarias arengas anticubanas llenas de una hipócrita exigencia de
democracia, reclamo del que la propia autora deja ver desconoce su significado
por la manera tan manipuladora de desarrollar su texto…
En el discurso anticastrista de la
protagonista, es factible encontrar frases panfletarias ya escuchadas hasta el
cansancio en los caciques musicales Emilio y Gloria Estefan o en disidentes
cubanos Freddy Lugo, Orlando Bosch, Hernán Ricardo Lozano y Luis Posada
Carriles: todos radicados en Miami y que han invertido millones de dólares y
realizado atentados terroristas para desestabilizar a la democracia isleña…
Quizá lo más criticable del libro, en este
sentido, es que en sus páginas Wendy Guerra no logra poner en boca de Nirvana del Risco un discurso ideológico
coherente: todas las arengas no pasan de escupir rencor existencial contra un
sistema político que ella no comprende, provocando una personalidad débil en la
protagonista que la convierte una mujer que odia todo y a todos (incluyendo a
los cubanos), haciendo que el lector no termine por identificarse con esa
caricaturesca personalidad…
No sé qué sea más ofensivo: si la trama burdamente
armada (y plagiada de innumerables textos de escritores disímbolos que van
desde Gabriel García Márquez hasta Anaïs Nin), las interminables vueltas de
tuerca aprendidas a la perfección tras leer incansablemente novela noir, las citas y lugares habituales
del cubanismo cotidiano (como la presencia de Ernest Hemingway), la obvia y
poco creíble subtrama en la que la protagonista se hace amante de un diplomático
norteamericano o el ridículo final en el que Nirvana del Risco es apuñalada por
su ex amante Jorge (un cubano de piel blanca)…
Como cereza en el pastel, para hacer más
irritante el texto, Wendy Guerra confiesa durante la misma entrevista con Javier
Yusten:
P.-
Otro de los elementos fundamentales de la novela es la inclusión de recetas del
culto mágico afrocubano. ¿Cómo accedió a ellas?
R.- A través del reservorio, del archivo y la sabiduría de la gran etnóloga y escritora cubana Natalia Bolívar a quien le estoy eternamente agradecida. También participé de iniciaciones y rituales que me ayudaron a la comprensión de este mundo mágico y real.
R.- A través del reservorio, del archivo y la sabiduría de la gran etnóloga y escritora cubana Natalia Bolívar a quien le estoy eternamente agradecida. También participé de iniciaciones y rituales que me ayudaron a la comprensión de este mundo mágico y real.
Vamos, el lector no sólo tiene que soportar
una diatriba de proclamas anticastristas, aderezadas con algunas insulsas
escenas de sexo acompañadas de drogas y alcohol (como si fuera necesario
alterar los sentidos para poder perderse en los placeres carnales), sino que
además entre párrafos se tienen que tolerar las pseudo-obras y opiniones sobre
una de las principales tergiversadoras de culto a los Orishas en Cuba: la
también renegada Natalia Bolívar…
En este sentido también es criticable la
irreverencia de Wendy Guerra ante la Osha e Ifa, pues cada capítulo lo inicia
con un refrán correspondiente a un Oddu, mismo que es contravenido por el
conducta de la protagonista Nirvana, la cual incluso se niega reiteradamente a
ser iniciada en la religión de los Orishas… el colmo de la falta de respeto de
la escritora se manifiesta cuando se descubre que el dinero escondido de la
abuela no es producto de las atenciones a Eggun, sino la parte de la herencia francesa
que le correspondía a la familia…
En suma, “Negra” es una pésima novela por
artificiosa, burda, trillada, incoherente pero principalmente por destilar odio
y frustración, completamente olvidable si no fuera porque su precio me hará
recordar durante un buen rato (por aquello de que los libros de Editorial
Anagrama en méxico son carísimos), que fue una pésima inversión…
Como nota final y regresando a las tribunas
fascistas de El Mundo y El País, la escritora Wendy Guerra
cuenta con un blog alojado en el servidor de
El Mundo, titulado ambiguamente Habaname,
en el que se mantiene despotricando contra el gobierno, el socialismo, la
Santería, la vida cotidiana en la isla y sus actores, según los define ella
misma, los incomprendidos cubanos…
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